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Para los muertos, un jardín

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Las antotipias son impresiones fotográficas en las que su material fotosensible está vivo. De algunas plantas, flores o frutas se extrae un líquido que permite emulsionar papel y que, al entrar en contacto con la luz, se oxida. Si colocamos objetos o impresiones fotográficas en acetato sobre ellas podemos formar una imagen visible.

Ahora bien, estas imágenes de pigmentos vegetales se borran (más pronto que tarde) con el paso del tiempo pues no existe agente que las fije, que les dé permanencia. Podríamos decir que las antotipias cuestionan categóricamente la idea de que las fotografías son para siempre, pues son imágenes que se descomponen, se deterioran y desaparecen como cualquier ente orgánico.

Desde hace más de setenta años mi familia materna habita una casa. Es la casa de todos. En ese pequeño espacio del mundo hemos construido nuestra identidad y nuestras memorias colectivas, nuestras experiencias vitales, nuestras alegrías y tristezas. La casa tiene un gran jardín rodeado de árboles viejos , arbustos y flores que sirven de hogar para animales e insectos. Al jardín lo cruza un pequeño apantle de agua sulfurosa. Desde siempre las cenizas de nuestros muertos las depositamos en los árboles, en las plantas y en el agua.

El tejido de las antotipias que conforman este proyecto son esas plantas del jardín.Me gusta pensar que las cenizas de mi familia han ayudado a que crezcan pues las han nutrido y habitado desde hace mucho tiempo. Sin embargo, las imágenes que arrojan —como la memoria de la casa y de mi familia— desaparecerán con el tiempo.

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